lunes, 23 de noviembre de 2009

Silencio, tu respiración, tus latidos, tapado vagamente con esa colcha de color cereza. Solo eras tú durmiendo, no era para tanto. No podía dormir y empecé a observarte, sin hacer ruido, tenía miedo de que te despertaras y me descubrieras. Era esa jodida situación, me ahogaba del miedo, el corazón me iba a estallar. Fui a fumarme un carrillo para calmarme, sin que nadie se enterara, poquito a poquito de puntillas, me daba la sensación de que hacia mucho alboroto al caminar, solo era mi corazón que iba a estallar solo se le oía a él entre cada calada. Me insistía en que volviera a la habitación y tirara el cigarrillo por la ventana. Le hice caso porque no se callaba, y otra vez descalza por el pasillo, que se me hizo eterno a pesar de ser cortito cortito, resbalé, me reí, estornudé, me reí más. Al abrir la puerta de la habitación el plasta de mi corazón se calló, meticulosa mente me enrollé entre la colcha y te seguí observando, fue entonces cuando me di cuenta de que eres guapo, muy guapo, me sentía rara por pensarlo, temblaba y tenia un nudo en la garganta y la barriga me hacía ruidos raros, parecía que te quería decir algo, supongo que lo que yo no quería reconocer durante tanto tiempo. Ahora llega la hora de confesar algo, me incliné poco a poco sobre ti para besarte la frente, pero no se como acabe besándote los labios aunque tú seguías dormido, se podría decir que ese fue nuestro segundo primer beso y también un regalo de cumpleaños que nunca esperaste.