domingo, 12 de julio de 2009


- Quisiera poder hacer algo, lo siento, de veras.
Quería que te fueras. Eso era lo único que podías hacer. Quería estar sola.
- Si se me ocurre algo ya te lo diré - dije mientras abría la puerta y me apartaba de tí para que te marcharas.
- ¿De verdad?
- Sí.
- ¿Me lo prometes
- Sí.
- Oye...
- ¿Qué?
Parecías estar a punto de llorar.Querías poder hablar.
"Lo siento muchísimo ,joder! - quería decirte - Te he metido yo en esta mierda, esque ¿ cómo puedo llegar a ser tan inútil?"
Sabía que debería estar teniendo esa conversación contigo.Pero en lugar de eso la tuve una vez más conmigo misma.
- ¿Qué? - Insistí, aunque ya sabía lo que querías. Me miraste durane un rato y te diste la vuelta para irte. Me sentí cruel por no decirte todo aquello que quería y que por egoísmo no podía pronunciar. Estaba siendo muy cruel. Me odié a mi misma más que nunca.
Te fuiste. Habías venido detrás mío y ahora regresabas. Solo tú habías hecho eso por mí.
Normalmente esos gestos me conmovían. Tu forma de ser, el modo en el que confías en tí mismo y en mí, sin importar cómo sea el resto del jodido mundo.
Cerré la puerta y en ese preciso instante pensé que una persona medianamente cuerda no habría venido corriendo tres barrios sin parar hasta mi casa únicamente para verme diez minutos.